TRAMPA


Después de un largo viaje llego finalmente a mi hotel en medio de una clarísima noche de verano.

Casi no recordaba lo negro que es el cielo y la cantidad de estrellas que hay en él, definitivamente la ciudad hace olvidar cosas tan simples como el cielo nocturno.

Por eso elegí este trabajo, viajo de acá para allá, de hotel en hotel en los pueblos chicos donde nadie quiere ir porque dicen que son aburridos.

Como siempre soy bien recibido en el hotel, es un lugar bastante lujoso que pocos imaginarían que está en un pueblo como este, es un lugar perfecto para escaparse sin ser visto o molestado. Como quien dice, ideal para salir de trampa.

Ya en mi habitación me acuesto y no puedo dejar de pensar, siento culpa, me da remordimientos sabiendo que no hice nada. Pero se que unas horas después de bañarme voy a “hacer trampa”.

Llegado el momento vacilo, y luego de pensarlo decido que el hotel por más privado que sea no es el lugar adecuado para estas cosas, así que decido salir y hablar con el portero para que me recomiende algún lugar.

Bajo por las interminables escaleras, siento que es un pequeño castigo por lo que estoy por hacer, no suficiente, pero justo al fin. Luego me dirijo a la puerta giratoria y salgo del hotel, la noche esta calurosa, casi perfecta y el hombre que esta al lado mío con uniforme rojo me mira y luego pregunta:

-¿necesita algo señor?

- Si, la verdad me gustaría ir a un lugar en particular

- Supongo que usted busca algún lugar de esparcimiento, ¿no?

- Así es, busco algo…, ya sabe.

- Si señor, justo a la vuelta de la esquina esta el mejor prostíbulo del pueblo, pero le advierto que es un lugar bastante costoso, incluso para los huéspedes de este hotel.

- Muchas gracias por entender, voy a visitar ese lugar para conocer un poco, por favor no diga nada de esto.

Meto la mano en el bolsillo y le paso un billete, lo toma y me guiña un ojo junto con una sonrisa cómplice. Definitivamente es de confiar, tiene ese no se que me da seguridad, además toda la gente de este pueblo parece ser buena.

Dejo atrás el hotel y doy directivas a mis pies para que me lleven al tan ansiado lugar.

Al llegar a la puerta veo un discreto cartel que lleva el nombre del lugar, y sin mas rodeos entro y me encuentro con una casa antigua en muy buen estado y una señora de edad bien vestida sentada en un gran sillón verde.

- Bienvenido joven, ¿que le trae a un extranjero por aquí?, aunque la respuesta es bastante obvia teniendo en cuenta la reputación de mi casa.

No puedo evitar reírme y con un gesto le hago entender que estoy algo avergonzado.

- No sea tímido y pase por aquella habitación. Sepa entender que hoy solo una muchacha nos acompaña, dado que el calor se llevo el resto de juerga a los bares del pueblo.

Y con otro gesto le agradezco y paso por una puerta de madera que hay en el fondo de la habitación.

Estoy muy nervioso y me empiezo a agitar, siento una emoción corriendo por todo mi cuerpo que me recuerda a la primea vez que lo hice, cuando todavía no había ninguna trampa en hacerlo.

Entro en una habitación muy grande con grandes ventanas ocultas con cortinas, un techo muy alto con un gran espejo en el medio y en el centro una gran cama.

En el medio de la cama esta acostada una joven muy hermosa. Es rubia, alta, de grandes atributos, digna de la seda en la que yace en ese momento.

Con solo una mirada ya puedo imaginar lo que me va a costar mi estadía por acá, pero definitivamente lo vale.

La muchacha me mira, sonríe y me dice:

- Bienvenido, ¿puedo ayudarte?, tomá asiento.

Luego de la invitación me saco mis zapatos, me aflojo la corbata y desabrocho los primeros botones de la camisa, camino y me acuesto en la cama junto a ella.

Respiro bien hondo y juntando coraje decido hablarle:

-¿Tendrías un cigarrillo que me convides?

Ella extiende su brazo hasta una pequeña mesa junto a la cama y toma un paquete de cigarros, luego me extiende la mano hacia mí y me los da.

Dejo la etiqueta sobre la cama, tomo un cigarro, y cuando noto que no tengo como encenderlo ella ya me está acercando un encendedor.

Acerco mi cigarrillo al fuego, doy la primera pitada, respiro bien profundo y siento como el humo llena hasta el último rincón de mis pulmones, me recuesto de nuevo y exhalo lentamente, sintiendo como el suave humo se escapa de mi boca.

Con ese clima de silencio absoluto termino todo el cigarro mientras ella me observa sin decir nada, y cuando lo apago dice:

- ¿Listo?

- Así es.

Le contesto y tomo un cigarrillo más, a lo que ella dice:

- ¿No vas a hacer nada? ¿A qué viniste?

- Vengo de trampa.

- Muchos vienen a lo mismo, no esperaba más que esa respuesta, pero era una duda.

- La verdad la culpa me esta matando.

- ¿Sos casado?

- No

- Comprometido

- Tampoco

- ¿De novio?

- No, solo.

- Pero me decís que estas de trampa

Asiento con la cabeza mientras enciendo otro cigarrillo.

Pasa casi una hora y estoy entabacado, tengo los dedos amarillos de tanto fumar, y el silencio se pone de repente incomodo cuando me levanto. Busco mis zapatos, y antes de ponérmelos ella vuelve a hablar:

- ¿Te vas?

- Sí, ¿cuanto te debo?

- A ver, me decís que venís de trampa y no me tocas, solo te echaste a fumar como un murciélago, y encima me aclaras que estas completamente solo.

- Sí, así es.

- ¿Te acobardaste?

- Para nada, me voy con la moral por el piso.

- Sigo sin entender, pero al fin y al cabo es tu dinero.

- Dinero, ¿cuánto te debo?

- Puedo pedir que me expliques, sigo si entender, eh atendido hombres raros, pero ninguno como vos.

- A ver, cuando uno quiere ir de trampa acostumbra a ir a un cabaret o algo así, ¿no?

- Por lo general sí

- Son lugares donde la gente va a hacer cosas que normalmente no hace, lugares donde nada es cuestionado, salvo esta vez, la verdad no esperaba tener que dar explicaciones.

- No quería molestar, pero espero que entiendas mi duda.

- Está bien.

Le pago y doy media vuelta, siento un peso terrible en mis hombros, no hay nada peor que defraudarse a uno mismo. Camino unos pasos y me tocan el hombro, me doy vuelta y veo que la rubia me estira la mano con la etiqueta de cigarrillos y dice:

- ¿Un último para el camino?

Rechazo con la cabeza y le contesto:

- No, gracias, hace 10 años que no fumo.

Doy media vuelta y retomo mi camino, saludo a la madama sentada en el sillón que me sonríe y desaparezco por la puerta de calle.

3 comentarios: (+add yours?)

Pupi dijo...

No me colgué, es que no tuve tiempo X( alguno te hago, palabra. Beso hermano me encantó.

AK dijo...

Dices que la conciencia social en tu país ya no existe.
No creo que sea del todo correcto.
¿Has oido hablar de la pirámide de necesidades?
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Pir%C3%A1mide_de_Maslow.svg

Primero hay que cubrir las necesidades básicas, antes de dedicarse a otros fines.

En un momento de crisis como ahora y con todos los políticos boludos que hubo en Argentina no me extraña que no haya conciencia social. No se puede pensar en acciones desinteresadas si no sabes que será de tus ahorros mañana, si podrás dar de comer a tus hijos, si se depreciara la moneda, o si los políticos volverán a vaciar las arcas.
Creo que los argentinos han lidiado con mucho estos dos últimos siglos.
No es que no sean cooperativos, son realistas, y ya os la jugaron muchas veces. En dictadura y en democracia, el dinero siempre se fué al bolsillo del poderoso.

Anónimo dijo...

Genial Café. Soy Julián de Tierra Maldita. Fijate mi blog, si te interesa. Un abrazo!!

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